Salvando las distancias, el abuso en el que incurre el ex presidente Néstor Kirchner, quien utiliza la flota de aviones y helicópteros de la Presidencia para realizar viajes personales o de índole proselitista, se asemeja a la actitud que tiene el intendente Oscar Trinchieri con los vehículos de la Municipalidad de Sunchales.
Hasta no hace mucho, más precisamente hasta que perdió las elecciones, Kirchner era el modelo a seguir por los dirigentes justicialistas y filo justicialistas del interior del país como Trinchieri, quienes sueñan con llegar o mantenerse en el poder para usufructuar los bienes del Estado. Para ser justos y como se dijo, salvando las distancias, ya que es realmente improbable que nuestro mandatario llegue a usufructuar un Lear Jet como el Tango 10, Trinchieri acumula una gran cantidad de “horas de vuelo” en los vehículos de la Municipalidad.
La opinión pública sunchalense tomó conocimiento de los malos hábitos de nuestro intendente en la década pasada, cuando el otrora independiente periódico El Tiempo denunció la utilización del vehículo oficial –el viejo e interminable VW Polo- para fines personales del mandatario, quien solía llevárselo los fines de semana para realizar viajes de placer por las sierras cordobesas.
El abuso en el que incurría Trinchieri era doble, porque al desgaste de la unidad, le sumaba el gasto de combustible que cobraba mediante la presentación de vales escritos a mano y extendidos por él mismo, tal como reconocieron las fuentes consultadas por esos años.
Al igual que Kirchner y una vez más, salvando las distancias, Trinchieri utilizaba el vehículo oficial para asistir a encuentros partidarios, como el que se realizó en una ciudad del norte santafesino y que tuvo como testigo a un dirigente partidario sunchalense que lo vio llegar de lo más orondo a bordo del legendario VW Polo color blanco.
Los cuatro años de ostracismo santafesino parecen no haber hecho mella en el ímpetu del mandatario, quien una vez más, salvando las distancias, al igual que Kirchner, está dispuesto a ignorar las críticas e incluso la reprobación social para satisfacer su necesidad irrefrenable de viajar a cuenta de los contribuyentes.
El primer abuso que volvió a causar polémica fue la utilización de la combi destinada al transporte de chicos con capacidades diferentes para transportar a funcionarios del gabinete de Gobierno a reuniones fuera de la ciudad. Al igual que Kirchner y salvando las distancias, Trinchieri procuró resguardarse mediante la aprobación de una norma que le permitiera continuar realizando los tours por la provincia y el territorio nacional.
Según relatan lectores de este blog, la cosa no quedó allí, porque a pesar del antecedente del VW Polo, que pudo haber influido en la derrota electoral de 2003, Trinchieri ordenó la adquisición de un nuevo vehículo oficial, un señorial Ford Focus, que volvió a utilizar para viajes de índole personal, como el que realizó a una localidad cordobesa donde su hijo compitió en un torneo de ajedrez. Ese no sería el único abuso cometido con el vehículo del óvalo azul, ya que según refieren distintas fuentes, habría sido utilizado por el mandatario e incluso por funcionarios de su confianza para realizar viajes cuyo carácter oficial por lo menos parece discutible.
Hasta no hace mucho, más precisamente hasta que perdió las elecciones, Kirchner era el modelo a seguir por los dirigentes justicialistas y filo justicialistas del interior del país como Trinchieri, quienes sueñan con llegar o mantenerse en el poder para usufructuar los bienes del Estado. Para ser justos y como se dijo, salvando las distancias, ya que es realmente improbable que nuestro mandatario llegue a usufructuar un Lear Jet como el Tango 10, Trinchieri acumula una gran cantidad de “horas de vuelo” en los vehículos de la Municipalidad.
La opinión pública sunchalense tomó conocimiento de los malos hábitos de nuestro intendente en la década pasada, cuando el otrora independiente periódico El Tiempo denunció la utilización del vehículo oficial –el viejo e interminable VW Polo- para fines personales del mandatario, quien solía llevárselo los fines de semana para realizar viajes de placer por las sierras cordobesas.
El abuso en el que incurría Trinchieri era doble, porque al desgaste de la unidad, le sumaba el gasto de combustible que cobraba mediante la presentación de vales escritos a mano y extendidos por él mismo, tal como reconocieron las fuentes consultadas por esos años.
Al igual que Kirchner y una vez más, salvando las distancias, Trinchieri utilizaba el vehículo oficial para asistir a encuentros partidarios, como el que se realizó en una ciudad del norte santafesino y que tuvo como testigo a un dirigente partidario sunchalense que lo vio llegar de lo más orondo a bordo del legendario VW Polo color blanco.
Los cuatro años de ostracismo santafesino parecen no haber hecho mella en el ímpetu del mandatario, quien una vez más, salvando las distancias, al igual que Kirchner, está dispuesto a ignorar las críticas e incluso la reprobación social para satisfacer su necesidad irrefrenable de viajar a cuenta de los contribuyentes.
El primer abuso que volvió a causar polémica fue la utilización de la combi destinada al transporte de chicos con capacidades diferentes para transportar a funcionarios del gabinete de Gobierno a reuniones fuera de la ciudad. Al igual que Kirchner y salvando las distancias, Trinchieri procuró resguardarse mediante la aprobación de una norma que le permitiera continuar realizando los tours por la provincia y el territorio nacional.
Según relatan lectores de este blog, la cosa no quedó allí, porque a pesar del antecedente del VW Polo, que pudo haber influido en la derrota electoral de 2003, Trinchieri ordenó la adquisición de un nuevo vehículo oficial, un señorial Ford Focus, que volvió a utilizar para viajes de índole personal, como el que realizó a una localidad cordobesa donde su hijo compitió en un torneo de ajedrez. Ese no sería el único abuso cometido con el vehículo del óvalo azul, ya que según refieren distintas fuentes, habría sido utilizado por el mandatario e incluso por funcionarios de su confianza para realizar viajes cuyo carácter oficial por lo menos parece discutible.
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