jueves, 25 de febrero de 2010

¿Qué esconde la guerra de las discotecas sunchalenses?

Atilra y Unión se embarcaron en una confrontación que no parece tener límites y que pone en juego enormes sumas de dinero en una carrera por traer a la ciudad los espectáculos musicales más rutilantes y convocantes

Para algunos no es más que la previsible e inevitable disputa por el mercado de la diversión de los jóvenes pero para otros se trata de un enfrentamiento que divide a la comunidad, derrocha una gran cantidad de dinero y pone en riesgo algunas de sus tradicionales instituciones. Si bien se hizo evidente hace unas semanas, cuando se desató una suerte de “guerra comercial” entre las disco de verano, en realidad el conflicto viene de mucho antes, cuando el gremio de los trabajadores lecheros decidió disputarle el liderazgo de la diversión juvenil nocturna al club Atlético Unión, al estilo de su secretario general, Héctor Ponce, es decir, “a cualquier costo”.

La aparición de Low, situada en el predio que la organización sindical posee sobre la ruta nacional 34, desafió por primera vez en muchos años el predominio que viene ostentando desde hace más de tres décadas Bonampack´s, la disco de Unión. Al principio pareció que habría un entendimiento implícito, puesto que la disco de Atilra se perfilaba como sitio de diversión que funcionaría exclusivamente al aire libre y por lo tanto, solamente en temporada estival. Sin embargo, el panorama cambió rotundamente cuando la organización gremial puso en marcha una agresiva estrategia comercial destinada, tal como reconocieron sus propios responsables, a transformarla en un referente regional de la diversión, para lo cual se programó una lista de presentaciones de artistas tan renombrados como heteróclitos.

Ignorando si se trató de una decisión meditada o no, la expansión de Low fue una suerte de declaración de guerra para Unión, cuyos dirigentes se vieron forzados a presentar competencia en el terreno dominado por el gremio, la diversión al aire libre en temporada estival y la programación de una serie de espectáculos. Así nació Palapa, un boliche a cielo abierto que lleva el sello del respetado arquitecto Hugo Carrara y que está situado sobre la mano contraria de la ruta nacional 34, a apenas unos centenares de metros de su competidor.

El show no puede parar

Como era de esperar, la confrontación no se circunscribió a las inversiones en infraestructura, iluminación y sonido de última generación, sino que se amplió al terreno de la contratación de espectáculos de primer nivel nacional que implican enormes desembolsos de dinero. Por el lado de Low, sin dudas la más agresiva, la agenda incluyó a grupos musicales cuyos caché no bajan de los 30 mil pesos y cuyas contrataciones se realizan directamente en la sede gremial. La lista incluye al grupo Sabroso que habría percibido 80 mil pesos; Miranda; La Mancha de Rolando; Las Pastillas del Abuelo y Árbol, previéndose la presentación de una de las bandas más costosas del rock nacional, Divididos, cuyo caché es de 110 mil pesos libres de cualquier gasto, para marzo próximo. Con un presupuesto menor aunque excesivamente alto para una ciudad como Sunchales, Palapa incluyó entre sus espectáculos a los grupos Vilma Palma; Banda XXI y La Barra, está última probablemente la más onerosa puesto que habría costado alrededor de 80 mil pesos.

Lo más llamativo y preocupante del caso es que dichas inversiones se realizan en un terreno de riesgo elevado, puesto que se trata de espectáculos al aire libre que en caso de mal tiempo deben ser reprogramados en fechas que a veces no garantizan la misma convocatoria ya que dependen de la agenda de cada agrupación.

Números ocultos

Nadie sabe a ciencia cierta si esta carrera por traer al espectáculo más prestigioso y convocante arroja pérdidas además de ganancias. A diferencia de Low, cuya administración está en manos de una organización gremial de sesgo claramente personalista, en Unión hay directivos que ya empiezan a quejarse por los altos riesgos asumidos y quieren bajarle los decibeles a una confrontación que consideran inútil y sobre todo exagerada. Entre los dirigentes y socios albiverdes incluso hay quienes piden a viva voz que se retire la publicidad de Low del estadio de básquetbol donde juega de local el equipo que compite en la Liga Nacional A, porque es una empresa que atenta contra los intereses de la institución.

En el caso de Atilra es obvio que debe haber asociados que no ven con buenos ojos los manejos que el secretario general del gremio y sus familiares hacen no solamente en la disco sino también en otros emprendimientos de la institución como la clínica y el supermercado, aunque es improbable que se atrevan a plantearlo.

Mientras el derroche de recursos continúa y las autoridades que esperaron a que más de un centenar de vecinos se quejaran por los ruidos molestos que causan los recitales al aire libre para empezar a actuar, la sociedad sunchalense parece mirar para otro lado.

La gota que derramó el vaso

Entre los grandes desatinos que se cometen en la guerra comercial de las disco sunchalenses sobresale el escándalo generado en torno a la contratación del grupo panameño La Factoría. Según los directivos unionistas, Palapa lo agendó para el sábado 20 pero Low, en una maniobra que refleja el grado de irracionalidad existente en todo este asunto, anunció poco después que lo había contratado para el viernes 19. Finalmente los responsables de la disco de Unión desistieron de traer a la agrupación centroamericana, denunciando hábilmente que en realidad fueron engañados en su buena fe y que el grupo que visitaría Low en realidad es en realidad “una burda y barata imitación”, tal como figura en el anuncio publicado el miércoles 17 en el sitio que posee en la red social Facebook.