Ya no quedan dudas que el anuncio de la venta de la planta rosarina de la autopartista Mahle al empresario Ramiro Vasena fue una maniobra con fines electoralistas, destinadas a ganar tiempo y entretener a los 500 trabajadores afectados y a la opinión pública en general.
“Mahle se vende al grupo brasileño Europarts”, tituló el diario La Capital de Rosario en su edición del día 30 de mayo pasado, 28 días antes de los comicios legislativos que podían señalar el comienzo de la declinación del kirchnerismo. La portada, acompañada por una generosa fotografía en la que se veía a un grupo de trabajadores celebrando la noticia, era lo que el acorralado ex presidente necesitaba para intentar frenar la ola de rechazos y cuestionamientos que irremediablemente se expresó en las urnas.
La maniobra también les resultó útil a los ejecutivos del grupo alemán que tal como denuncian los trabajadores, entorpece la negociación sencillamente porque no quiere que la planta se transforme en un futuro competidor de sus productos. Cabe recordar que Mahle nunca puso en venta las instalaciones, sino que por el contrario se limitó a paralizar su producción y cerrar sus puertas de manera intempestiva. Según los empleados afectados, una de las propuestas iniciales de la compañía fue precisamente poner en venta la maquinaria y equipamiento para afrontar indemnizaciones, algo que no es habitual en el mundo industrial, donde un torno numérico vale mucho más por su potencial productivo.
Fueron los ejecutivos de Mahle, con la complacencia del gobierno nacional, los que espantaron de la negociación a una de las figuras más serias y respetadas del sector autopartista argentino, el empresario Norberto Taranto, negándose a desprenderse de la marca Perfect Circle, indudablemente el bien más preciado del establecimiento.
Alejado Taranto y sin propuestas que pudieran ser consideradas serias, el gobierno kirchnerista, a través del cuestionado secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno se dedicó a diseñar un “plan b” que le permitiera ganar tiempo y llegar al acto eleccionario con el conflicto supuestamente resuelto, aunque en el Banco Nación se sabía perfectamente que el candidato posiblemente no calificaría para obtener los créditos necesarios para concretar la operación.
Sin siquiera aportar un documento respaldatorio, otra vez La Capital anunció en su edición del día 6 de junio que “Vasena ya se hizo cargo de la planta rosarina de Mahle”, detallando increíblemente que “Europarts, la empresa autopartista que pertenece a Ramiro Vasena, firmó ayer por la tarde el acuerdo de adquisición de la planta rosarina de aros de pistón a la alemana Mahle, y hoy tomará posesión de la planta” y agregando que “el empresario desembarcará en Rosario junto al secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Antonio Caló, uno de los protagonistas de las negociaciones que se llevaron adelante en el ámbito del gobierno nacional para buscar un inversor que garantizara la continuidad de la firma rosarina”.
Sin embargo, unos días después se anunció con gran despliegue que la firma del contrato se llevaría a cabo el día 17 de junio pasado, es decir, once días antes de los comicios legislativos, durante un acto que sería encabezado por la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
El mensajero no fue otro que el secretario general de la UOM, Antonio Caló, el mismo gremialista que recomendaba encarecidamente a los delegados provinciales que “sacaran a los trabajadores de las calles” para no afectar la imagen del gobierno nacional, tal como reconocieron los propios voceros de Mahle Rosario y el propio secretario general del gremio en Las Parejas, Miguel Solís, quien afirmó públicamente que “hace un tiempo los dirigentes de la UOM nacional nos vienen diciendo que tratemos de evitar que los trabajadores salgan a la calle porque ese tipo de manifestaciones afectan la imagen del Gobierno”.
A pesar de la enorme difusión que tuvieron los anuncios de Caló, quien incluso llegó a asegurar que en la planta de Mahle se fabricaría un motor de origen nacional, ni la firma del contrato de traspaso de la planta fabril ni la visita de la presidenta Cristina Fernández se concretaron, tal como se esperaba el día 17 del pasado mes.
Mientras los argentinos asistían impávidos al debate sobre las candidaturas testimoniales y al festival de encuestas amañadas que vaticinaban el triunfo del kirchnerismo en el distrito electoral más populoso del país, el promocionado acuerdo de Mahle con Vasena se fue diluyendo en la nada, dejando lugar a un amargo cruce de recriminaciones que muestra con claridad que el único beneficiado hasta el momento ha sido el grupo autopartista alemán.
“Mahle se vende al grupo brasileño Europarts”, tituló el diario La Capital de Rosario en su edición del día 30 de mayo pasado, 28 días antes de los comicios legislativos que podían señalar el comienzo de la declinación del kirchnerismo. La portada, acompañada por una generosa fotografía en la que se veía a un grupo de trabajadores celebrando la noticia, era lo que el acorralado ex presidente necesitaba para intentar frenar la ola de rechazos y cuestionamientos que irremediablemente se expresó en las urnas.
La maniobra también les resultó útil a los ejecutivos del grupo alemán que tal como denuncian los trabajadores, entorpece la negociación sencillamente porque no quiere que la planta se transforme en un futuro competidor de sus productos. Cabe recordar que Mahle nunca puso en venta las instalaciones, sino que por el contrario se limitó a paralizar su producción y cerrar sus puertas de manera intempestiva. Según los empleados afectados, una de las propuestas iniciales de la compañía fue precisamente poner en venta la maquinaria y equipamiento para afrontar indemnizaciones, algo que no es habitual en el mundo industrial, donde un torno numérico vale mucho más por su potencial productivo.
Fueron los ejecutivos de Mahle, con la complacencia del gobierno nacional, los que espantaron de la negociación a una de las figuras más serias y respetadas del sector autopartista argentino, el empresario Norberto Taranto, negándose a desprenderse de la marca Perfect Circle, indudablemente el bien más preciado del establecimiento.
Alejado Taranto y sin propuestas que pudieran ser consideradas serias, el gobierno kirchnerista, a través del cuestionado secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno se dedicó a diseñar un “plan b” que le permitiera ganar tiempo y llegar al acto eleccionario con el conflicto supuestamente resuelto, aunque en el Banco Nación se sabía perfectamente que el candidato posiblemente no calificaría para obtener los créditos necesarios para concretar la operación.
Sin siquiera aportar un documento respaldatorio, otra vez La Capital anunció en su edición del día 6 de junio que “Vasena ya se hizo cargo de la planta rosarina de Mahle”, detallando increíblemente que “Europarts, la empresa autopartista que pertenece a Ramiro Vasena, firmó ayer por la tarde el acuerdo de adquisición de la planta rosarina de aros de pistón a la alemana Mahle, y hoy tomará posesión de la planta” y agregando que “el empresario desembarcará en Rosario junto al secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Antonio Caló, uno de los protagonistas de las negociaciones que se llevaron adelante en el ámbito del gobierno nacional para buscar un inversor que garantizara la continuidad de la firma rosarina”.
Sin embargo, unos días después se anunció con gran despliegue que la firma del contrato se llevaría a cabo el día 17 de junio pasado, es decir, once días antes de los comicios legislativos, durante un acto que sería encabezado por la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
El mensajero no fue otro que el secretario general de la UOM, Antonio Caló, el mismo gremialista que recomendaba encarecidamente a los delegados provinciales que “sacaran a los trabajadores de las calles” para no afectar la imagen del gobierno nacional, tal como reconocieron los propios voceros de Mahle Rosario y el propio secretario general del gremio en Las Parejas, Miguel Solís, quien afirmó públicamente que “hace un tiempo los dirigentes de la UOM nacional nos vienen diciendo que tratemos de evitar que los trabajadores salgan a la calle porque ese tipo de manifestaciones afectan la imagen del Gobierno”.
A pesar de la enorme difusión que tuvieron los anuncios de Caló, quien incluso llegó a asegurar que en la planta de Mahle se fabricaría un motor de origen nacional, ni la firma del contrato de traspaso de la planta fabril ni la visita de la presidenta Cristina Fernández se concretaron, tal como se esperaba el día 17 del pasado mes.
Mientras los argentinos asistían impávidos al debate sobre las candidaturas testimoniales y al festival de encuestas amañadas que vaticinaban el triunfo del kirchnerismo en el distrito electoral más populoso del país, el promocionado acuerdo de Mahle con Vasena se fue diluyendo en la nada, dejando lugar a un amargo cruce de recriminaciones que muestra con claridad que el único beneficiado hasta el momento ha sido el grupo autopartista alemán.
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