Lo que en principio debía representar el gran anuncio de la gestión vecinalista terminó por transformarse en un catalizador del descontento que predomina en la comunidad sunchalense: desde que la propuesta de pavimentar unas 16 cuadras con fondos provenientes de la Nación fue presentada a través de una rueda de prensa encabezada por el intendente Oscar Trinchieri, los reclamos comenzaron a multiplicarse en forma incesante.
Más allá del cuestionamiento básico que esta forma de administrar los recursos públicos representa, las quejas de los vecinos están dirigidas a la forma inconsulta con que la administración vecinalista decidió la nómina de cuadras a pavimentar. El lógico malestar de quienes esperan el pavimento desde hace décadas se ve exacerbado por la arbitrariedad utilizada por los funcionarios municipales para decidir qué calles se asfaltarán.
Otro de los cuestionamientos expresados por los vecinos es la gratuidad que la obra tendrá para los frentistas, decisión que profundiza las dudas existentes sobre los criterios utilizados para definir la nómina de cuadras que serán asfaltadas. Demostrando rápidos reflejos, la oposición recogió este reclamo y propuso que el subsidio que supuestamente la Nación remitirá al Municipio pase a engrosar un fondo que servirá para financiar un programa de pavimentación de calles.
La idea de la oposición política en el Concejo es justamente establecer las bases de un programa de obras públicas de mediano y largo plazo que trascienda la coyuntura, las necesidades electorales de la gestión de turno y brinde la transparencia y previsibilidad que los vecinos reclaman en cuestiones básicas como pavimento y vivienda. Se trata de una propuesta que contradice en forma expresa los criterios seguidos por el intendente Trinchieri y que en resumidas cuentas plantean que en nuestra ciudad no se pueden llevar adelante programas de pavimentación de calles con recursos propios, ni siquiera con la contribución de los vecinos, sino solamente con el financiamiento provincial o nacional.
Obviamente, la confrontación de una perspectiva cortoplacista con otra de mediano plazo, previsible y sustentable, no solamente está destinada a ofrecer al electorado un contraste sobre formas contrapuestas de concebir la función pública, sino también, una alternativa que trascienda el alcance de una gestión nacional que muy probablemente comience a declinar en los próximos meses.
En efecto, si las obras estructurales que la ciudad necesita dependen de la suerte del kirchnerismo, una corriente interna del PJ que comienza a perder apoyo partidario y general a nivel nacional, el desarrollo de Sunchales se verá constantemente condicionado por los avatares políticos nacionales.
La realidad demuestra que las ciudades que lograron desarrollarse exitosamente a lo largo de las últimas décadas, entre ellas la vecina Rafaela, debieron hacerlo independientemente de los contextos nacionales favorables o desfavorables. Sunchales no tendría por qué ser la excepción y el estancamiento que sufrió en los últimos veinte años, sobre todo en materia de infraestructura pública, lo demuestra con claridad.
Por otro lado, como dije en el momento en que la propuesta salió a la luz pública, al vecinalismo no le resultará fácil convencer a los sunchalenses que apoyen la cuestionada gestión de Cristina Fernández ya que la ciudad, al igual que la gran mayoría de las localidades del interior del país, padece los efectos de una política económica centralista que está devastando las economías regionales.
Más allá de la desinformación reinante, el sunchalense promedio es consciente que la administración nacional no lo representa y que hasta incluso contaría sus intereses, como se ha visto, además del conflicto agropecuario, con casos puntuales como el desmantelamiento del sistema previsional mixto y el consiguiente cierre de Unidos AFJP, una de las principales fuentes de trabajo de la ciudad.
Más allá del cuestionamiento básico que esta forma de administrar los recursos públicos representa, las quejas de los vecinos están dirigidas a la forma inconsulta con que la administración vecinalista decidió la nómina de cuadras a pavimentar. El lógico malestar de quienes esperan el pavimento desde hace décadas se ve exacerbado por la arbitrariedad utilizada por los funcionarios municipales para decidir qué calles se asfaltarán.
Otro de los cuestionamientos expresados por los vecinos es la gratuidad que la obra tendrá para los frentistas, decisión que profundiza las dudas existentes sobre los criterios utilizados para definir la nómina de cuadras que serán asfaltadas. Demostrando rápidos reflejos, la oposición recogió este reclamo y propuso que el subsidio que supuestamente la Nación remitirá al Municipio pase a engrosar un fondo que servirá para financiar un programa de pavimentación de calles.
La idea de la oposición política en el Concejo es justamente establecer las bases de un programa de obras públicas de mediano y largo plazo que trascienda la coyuntura, las necesidades electorales de la gestión de turno y brinde la transparencia y previsibilidad que los vecinos reclaman en cuestiones básicas como pavimento y vivienda. Se trata de una propuesta que contradice en forma expresa los criterios seguidos por el intendente Trinchieri y que en resumidas cuentas plantean que en nuestra ciudad no se pueden llevar adelante programas de pavimentación de calles con recursos propios, ni siquiera con la contribución de los vecinos, sino solamente con el financiamiento provincial o nacional.
Obviamente, la confrontación de una perspectiva cortoplacista con otra de mediano plazo, previsible y sustentable, no solamente está destinada a ofrecer al electorado un contraste sobre formas contrapuestas de concebir la función pública, sino también, una alternativa que trascienda el alcance de una gestión nacional que muy probablemente comience a declinar en los próximos meses.
En efecto, si las obras estructurales que la ciudad necesita dependen de la suerte del kirchnerismo, una corriente interna del PJ que comienza a perder apoyo partidario y general a nivel nacional, el desarrollo de Sunchales se verá constantemente condicionado por los avatares políticos nacionales.
La realidad demuestra que las ciudades que lograron desarrollarse exitosamente a lo largo de las últimas décadas, entre ellas la vecina Rafaela, debieron hacerlo independientemente de los contextos nacionales favorables o desfavorables. Sunchales no tendría por qué ser la excepción y el estancamiento que sufrió en los últimos veinte años, sobre todo en materia de infraestructura pública, lo demuestra con claridad.
Por otro lado, como dije en el momento en que la propuesta salió a la luz pública, al vecinalismo no le resultará fácil convencer a los sunchalenses que apoyen la cuestionada gestión de Cristina Fernández ya que la ciudad, al igual que la gran mayoría de las localidades del interior del país, padece los efectos de una política económica centralista que está devastando las economías regionales.
Más allá de la desinformación reinante, el sunchalense promedio es consciente que la administración nacional no lo representa y que hasta incluso contaría sus intereses, como se ha visto, además del conflicto agropecuario, con casos puntuales como el desmantelamiento del sistema previsional mixto y el consiguiente cierre de Unidos AFJP, una de las principales fuentes de trabajo de la ciudad.
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