Durante la presentación de FIRA 2009 desarrollada el viernes último en Buenos Aires, el industrial rafaelino dijo que entre las modificaciones que se encuentran bajo estudio está la instrumentación de incentivos no solamente para las terminales sino también para las autopartistas.
La crisis internacional y sobre todo la burocracia conspiraron contra la instrumentación del régimen de Desarrollo y Consolidación del Sector Autopartista Nacional, más conocido como el proyecto del Motor Argentino, cuyos efectos aún no se perciben sobre la cadena de valor, según reconocen sus propios impulsores. La presentación de la séptima edición de la Feria Internacional de Máquinas, Repuestos, Competición e Insumos para la Reconstrucción del Motor -FIRA 2009- que tendrá lugar entre los días 12 y 14 del mes próximo en el Centro Costa Salguero de Buenos Aires, desarrollada el viernes último en Buenos Aires, sirvió de excusa para los dirigentes de dos importantes entidades que nuclean al sector autopartista hicieran no solamente un balance de la marcha del régimen promulgado por el Gobierno nacional en julio del año pasado, sino también repasaran las alternativas que permitan allanar el camino para su definitiva efectivización.
“Luego de formular la idea, desarrollarla y plasmarla en una ley, hay que mover el aparato burocrático y eso es lo más difícil”, reconoció el presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Repuestos para Motor (Afydrem), el industrial rafaelino José Luis Basso, quien reveló que las autoridades nacionales podrían introducir modificaciones al régimen, entre las cuales se encuentra la asignación a las autopartistas de una parte de las compensaciones previstas originalmente para las terminales automotrices.
Basso señaló a la prensa especializada reunida en un restorán del barrio de Palermo que dichas medidas se inscriben en el paquete de decisiones que el Gobierno nacional está comenzando a instrumentar para fortalecer toda la cadena de valor, algunas de las cuales fueron anunciadas por la Presidenta durante su visita a la planta cordobesa de Iveco.
Asimismo destacó que “no se puede recuperar en un par de años lo que llevó décadas construir”, en referencia al desmantelamiento de la capacidad de fabricar motores con mayoría de partes de origen nacional que se llevó a cabo a fines de la década del 90.
El “talón de Aquiles” del régimen está dado en las dificultades existentes para destrabar la toma de decisiones que dependen en muchos casos de las casas matrices de las compañías automotrices, un proceso que suele ser tan lento como arduo. Es por ello que mientras los sectores privado y público se esfuerzan por mantener canales de diálogo con las multinacionales que dominan el mercado automotor, comienzan a ensayarse alternativas que incluyen el redireccionamiento de los incentivos y las compensaciones previstas por la ley.
“Luego de formular la idea, desarrollarla y plasmarla en una ley, hay que mover el aparato burocrático y eso es lo más difícil”, reconoció el presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Repuestos para Motor (Afydrem), el industrial rafaelino José Luis Basso, quien reveló que las autoridades nacionales podrían introducir modificaciones al régimen, entre las cuales se encuentra la asignación a las autopartistas de una parte de las compensaciones previstas originalmente para las terminales automotrices.
Basso señaló a la prensa especializada reunida en un restorán del barrio de Palermo que dichas medidas se inscriben en el paquete de decisiones que el Gobierno nacional está comenzando a instrumentar para fortalecer toda la cadena de valor, algunas de las cuales fueron anunciadas por la Presidenta durante su visita a la planta cordobesa de Iveco.
Asimismo destacó que “no se puede recuperar en un par de años lo que llevó décadas construir”, en referencia al desmantelamiento de la capacidad de fabricar motores con mayoría de partes de origen nacional que se llevó a cabo a fines de la década del 90.
El “talón de Aquiles” del régimen está dado en las dificultades existentes para destrabar la toma de decisiones que dependen en muchos casos de las casas matrices de las compañías automotrices, un proceso que suele ser tan lento como arduo. Es por ello que mientras los sectores privado y público se esfuerzan por mantener canales de diálogo con las multinacionales que dominan el mercado automotor, comienzan a ensayarse alternativas que incluyen el redireccionamiento de los incentivos y las compensaciones previstas por la ley.
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