lunes, 18 de mayo de 2009

La ciudad pierde un espacio de expresión

Quienes siguieron las ediciones de El Tiempo por espacio de trece años seguramente habrán recibido con extrañeza esta nueva versión, consagrada de manera indisimulada a ofrecer una suerte de vida y obra del intendente municipal Oscar “Trincheri” (sic), tal como risueñamente se lo rebautiza en la portada. Es cierto, en estos tiempos de candidaturas testimoniales, donde quienes aspiran a un cargo público en realidad pretenden otra cosa, la consolidación de un sistema de gobierno autoritario que para asegurar su subsistencia no duda en aniquilar las economías regionales, incluida la nuestra, el vaciamiento intelectual y moral de un humilde periódico de provincia no es noticia. Sin embargo, hay una historia que merece ser contada y por sobre todo honrada, porque El Tiempo nació con el noble objetivo inicial de crear un medio de comunicación que se diferenciara de lo que Sunchales tenía en ese momento (mediados de los años 90), comprometiéndose con los intereses de la ciudad y no del gobierno de turno o del partido gobernante.
Los sunchalenses saben perfectamente que El Tiempo nunca fue un periódico “oficialista”, entendiéndose por esto al medio de comunicación que se limita a divulgar noticias oficiales, basando en consecuencia su agenda noticiosa en los hechos generados por el gobierno de turno. Durante los años de administración vecinalista ejercimos el derecho a crítica de manera libre y sin prejuicios, obteniendo un éxito editorial respetable, dando a conocer casos que el intendente Oscar Trinchieri y sus colaboradores se empeñaron infructuosamente en ocultar a la opinión pública. La lista de hechos ventilados es tan larga como heterogénea y los memoriosos seguramente la tendrán presente. Por nuestra actitud comprometida con la crítica periodística recibimos todo tipo de ataques y presiones, como la marginación sistemática de la pauta de publicidad oficial y bajezas tales como la alusión, en mi caso personal, a la discapacidad de mis hermanos o a situaciones familiares de periodistas y colaboradores. Sin embargo, conscientes de que teníamos una misión en la sociedad, seguimos adelante, aun cuando sufrimos pérdidas materiales, reconfortados porque ganamos la confianza y el respeto de una buena parte de la comunidad.
Sin el ataque y la voluntad permanente de silenciarnos, durante la administración del Frente Progresista también mantuvimos la distancia necesaria para interpretar los hechos de la realidad. Nuestra postura más moderada no implicó sin embargo que recibiéramos dádivas personales de ningún tipo, a diferencia de otros colegas que acostumbran beneficiarse intercambiando silencios o comentarios complacientes por cargos públicos para parientes y amigos. Fieles a nuestro estilo, durante la gestión de Gonzalo Toselli también ventilamos hechos cuestionables que provocaron la reacción de los implicados, aunque a diferencia de lo acontecido en la administración precedente, nunca fuimos perseguidos por ello.
La fórmula utilizada para ganarnos el respeto y la estima de una buena parte de los sunchalenses fue sencilla: hacer periodismo sin restricciones ni cortapisas, sin padrinos, socios ocultos ni otros compromisos que los intereses generales de la comunidad. Como no podía ser de otra manera, nuestra prédica, resistida en un primer momento, terminó imponiéndose y forzó a nuestros colegas, muchos de ellos profesionales honestos y valiosos, a emprender la aventura de hacer periodismo en una localidad tan pequeña y olvidada como la nuestra.
No es nuestra intención ajustar cuentas con el pasado porque estamos tranquilos por todo lo que realizamos. Los voluminosos archivos que albergan más de un millar de ediciones son nuestro mejor testimonio de coherencia ante la comunidad. Por el contrario, estamos embarcados en recuperar el espacio periodístico que Sunchales perdió y del cual se nos despojó, indudablemente por obra de un gobierno que confiesa su impotencia, mezquindad e ineptitud, silenciando a quienes se atreven a criticarlo desde la prensa. Así lo demuestra esta suerte de El Tiempo “testimonial”, editado en Rafaela y sin periodistas locales, desbordante de partes de prensa municipales que pretenden hacerse pasar por noticias, donde el intendente “Trincheri” (sic) aparece cinco veces en la portada y es el protagonista “destacado” de cada una de las páginas de información local.
El despojo personal que sufrimos es grande puesto que se nos marginó sin siquiera cumplir con nuestros derechos previsionales y laborales; pero el despojo perpetrado contra la comunidad es aún peor porque El Tiempo, un medio que desde su inicio siempre fue independiente, pasa ahora a engrosar el coro de periódicos obedientes que sin pena ni gloria, semana tras semana, escriben el “diario de Yrigoyen”, o peor aún, en este caso el “diario de Trincheri”.

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