El desplome que el PJ kirchnerista registró ayer a lo largo y a lo ancho de la república destierra la creencia arraigada sobre la pasividad y sumisión de la ciudadanía. A lo largo de toda la campaña electoral se escuchó la previsible letanía que aseguraba que "a la gente le da lo mismo" y votará indefectiblemente al PJ, especialmente en los sectores más populosos de la provincia de Buenos Aires. “Ganando en el conurbano se gana el país”, decían con fruición, impostando una indignación inexistente, los nihilistas interesados en que nada cambie y todo siga igual.
Pues bien, la realidad volvió a demostrarles que incluso en un país empobrecido como el nuestro, la dominación ciudadana tiene sus límites.
El desencanto nihilista también corre para Sunchales, donde la lista del Frente Progresista hizo una gran elección, a pesar del arraigo que tiene una figura como la de Carlos Reutemann. Aquí también abundaron quienes apostaron por la inmovilidad ciudadana que estaría dispuesta a recibir sin chistar el fondo de la soja y asistencia financiera para llevar adelante un plan de pavimentación, a cambio de la destrucción de nuestra economía regional. Obviamente estaban equivocados porque en su enorme mayoría los sunchalenses les dijeron que no al kirchnerismo y por consiguiente al partido que cambia para que nada cambie.
Pues bien, la realidad volvió a demostrarles que incluso en un país empobrecido como el nuestro, la dominación ciudadana tiene sus límites.
El desencanto nihilista también corre para Sunchales, donde la lista del Frente Progresista hizo una gran elección, a pesar del arraigo que tiene una figura como la de Carlos Reutemann. Aquí también abundaron quienes apostaron por la inmovilidad ciudadana que estaría dispuesta a recibir sin chistar el fondo de la soja y asistencia financiera para llevar adelante un plan de pavimentación, a cambio de la destrucción de nuestra economía regional. Obviamente estaban equivocados porque en su enorme mayoría los sunchalenses les dijeron que no al kirchnerismo y por consiguiente al partido que cambia para que nada cambie.
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