“Argentina tiene una muy mala impresión de sus empresarios. Para la mayoría son piratas. En nuestro país es muy complicado ser profesor o periodista y empresario a la vez”, ironizó cuando Alberto Schuster le preguntó sobre cuál cree que es la imagen que los argentinos tienen de sus hombres de negocios.
“Desde aquella frase de combatiendo al capital –prosiguió- el empresario no es visto como alguien innovador, creativo y prestador de servicios a la comunidad, sino alguien que quiere llevarse todo que especula y busca constantemente acumular poder, una palabra que también padece de muy mala imagen”.
Para Abraham, lo más preocupante es que este gobierno ha sabido explotar esta arraigada animosidad, “creando un clima anti empresario” que comenzó con “el hostigamiento a la cadena de supermercados Coto, siguió con el campo y la agroindustria y puede continuar quién sabe con quién más”.
“Odiar empresarios es uno de los beneficios secundarios que otorga cierto tipo de política que sería diferente si la consigna fuera en cambio odiar gremialistas”, reflexionó.
En ese sentido, consideró que “hay una batalla cultural que librar y que yo llevo adelante en mi ámbito de acción aunque en absoluta minoría. No se trata de formular un código de conducta para que los empresarios argentinos comiencen a ser querido por la sociedad. En rigor los empresarios no son necesariamente buenos, dado que los hay buenos y también malos”.
Al respecto recordó que “hubo una época en que los empresarios cumplieron un rol ejemplar en la sociedad: los años del denominado desarrollismo, durante la presidencia de Frondizi, donde hubo una suerte de plan estratégico destinado a transformar a nuestro país en una potencia industrial”.
Para Abraham “lo más importante que puede hacer un empresario por la sociedad es invertir. Si tiene una planta es bueno que quiera tener dos. Eso es más útil incluso que las acciones que pueda llevar adelante en materia de cuidado del medio ambiente o de desarrollo humano que si bien son importantes no dejan de ser accesorias”.
El filósofo señaló que la sociedad argentina debe comenzar a valorar al empresario como generador de fuentes de trabajo y de tecnología. “Ese es el empresario a quien uno puede defender ante cualquier tipo de prejuicio”, consideró.
“Así como logramos (en Rosario) cambiar el Estado municipal, estamos haciendo lo propio con el provincial, para transformarlo en uno más participativo y transparente”, dijo el gobernador. En ese sentido, destacó “la participación de más de 10 mil santafesinos y santafesinas en la construcción del Plan Estratégico Provincial”, al que definió como “una mirada clara de hacia dónde tiene que ir la provincia”.
“No podemos tener un Estado que no sea previsible”, aseguró Binner en alusión al federalismo fiscal que necesita la provincia. Y advirtió que “lo que más teme la población es no saber en qué y cómo se usan los dineros públicos”.
“En la Región Centro tenemos que tener en claro que es necesario que el sector público tiene que cambiar; y además pensar que el sector privado debe tener una agenda común con el sector público”, aseguró.
“Estamos convencidos que este es un camino absolutamente viable para la construcción de una provincia integrada, de una sola provincia de Santa Fe”, añadió.
Respecto del funcionamiento del bloque regional que integran Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, el gobernador manifestó una visión crítica, señalando que las reuniones de sus gobernadores terminaban siempre en la fotografía y sin avanzar en cuestiones concretas.
Binner instó a “poner en marcha la región y a fortalecerla” y destacó que “el encuentro entre legisladores nacionales y empresarios realizado este mes en San Francisco fue un punto de inflexión para la Región Centro”.